¿Recuerdan el cuento de
Cenicienta? Esa chica “tan mona” que dio un braguetazo con un príncipe con la
ayuda de una Hada Madrina y un zapato, siendo felices y comiendo perdices; pues
no creáis que ahí termino la historia... ¿ Se imaginan como serían las
reuniones familiares navideñas con su madrastra y las 2 hermanastras? Que lejos
de darla ese consuelo y amor por la muerte de su padre, la esclavizaron en casa
con los trabajos más pesados. ¿Y qué me dicen de sus suegros? Que en el fondo
habrían deseado alguien de más “categoría” para casar a su hijo, ¡quizás se
acordaban de alguna novia anterior¡ ¿Y del Hada Madrina? Que también se
invitaba en Navidad, y que a causa de la fama se había hecho un poco
insoportable, ¿Y que me dicen del príncipe? Ese calzonazos, que no ponía a
nadie en su sitio, dejando que humillaran a la pobre Cenicienta... todo esto
aderezado con los anuncios navideños del ¡Vuelve por Navidad!, ¡Las muñecas de
famosa que se dirigen al portal!,! el langostino pescanova...llevámeeeee a
casa!, Y la pobre Cenicienta con ganas de que el almendro, el langostino y las
muñecas se pierdan en otro portal. ¡Seguro que os suena!.
Afortunadamente en muchos hogares esos días de reuniones
familiares son una buena excusa para ver a personas queridas y pasar unos
buenos momentos, pero en otros pueden llegar a ser un autentico suplicio.
Sabían que el año pasado solo en la Comunidad de Madrid se registraron 300
denuncias por disturbios familiares en Noche Buena, y que a nivel nacional se
venden un 40% más de antidepresivos en estas fechas. Alguno de estos problemas esta ocasionado por el rencor
acumulado, el estrés producido por la organización de las reuniones, la falta
de seres queridos y en definitiva la “ idealización” de este tipo de reuniones
y de cómo deben ser. En este
articulo me centraré en el rencor, siendo uno de los sentimientos causado por la percepción del algún tipo de maltrato y desprecio hacia
nosotros que nos crea una hostilidad hacia esa persona y una alta dosis de
sufrimiento personal.
Opciones de manejo emocional:
El dialogo, seria beneficioso por ambas partes hablar de las conductas o
comentarios que nos hirieron, pero desde las emociones, lo que nos hicieron
sentir, sin ningún tipo de descalificación de ser mala persona, todo esto en un
entorno tranquilo, a ser posible antes de las fechas señaladas y lo mas
tranquilamente, llegar a un acuerdo.
Empatía, ponernos en lugar del otro, en muchas
ocasiones el estar uno mal, como en ocasiones de estrés, o la perdida de un ser
querido o cualquier acontecimiento que nos haga estar emocionalmente un poco
“descontrolados”, hace que en ocasiones nos enfademos con quien menos se lo
merece. Aristóteles decía: "cualquiera
puede enfadarse, eso es algo muy sencillo, pero enfadarse con la persona
adecuada, en el grado exacto, en el momento oportuno, con el propósito justo y
del modo correcto, eso, ciertamente, no resulta tan sencillo"
Analizar fríamente nuestra interpretación de lo sucedido,
puede que:
- Sobregeneralicemos...todo el mundo me critica,
- Polarizar... o
todo o nada, o bueno o malo, o blanco o negro,
- Filtremos...solo veamos una parte del problema sin ver el
resto
- Interpretar lo
que piensan y motiva a los demás... ¡¡¡señores que no somos adivinos¡¡¡
- Falacias de justicia...nuestras normas y maneras de ver la
vida no tienen que ser precisamente las más justas, cada persona ve las cosas
de forma distinta, cuidado con los “deberían ser... “
- Etiquetación. un
comportamiento determinado, en un momento determinado, no condiciona su
personalidad, ”mata un perro y te llamaran mataperros”.
Control emocional: siempre uno se puede retirar de la mesa un momento para
ir al wc y hacer unas respiraciones profundas para calmarse; intente no beber
mucho que el alcohol suelta la lengua pues el control podría ser “un
descontrol”.
Pensemos que las celebraciones son unas horas repartidas en unos
pocos días al año, y como diría nuestra amiga Escarlata en “lo que el viento se
llevo” ¡mañana será otro día!
Felices Fiestas!!
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