¿Recuerdan el cuento de
Cenicienta? Esa chica “tan mona” que dio un braguetazo con un príncipe con la
ayuda de una Hada Madrina y un zapato, siendo felices y comiendo perdices; pues
no creáis que ahí termino la historia... ¿ Se imaginan como serían las
reuniones familiares navideñas con su madrastra y las 2 hermanastras? Que lejos
de darla ese consuelo y amor por la muerte de su padre, la esclavizaron en casa
con los trabajos más pesados. ¿Y qué me dicen de sus suegros? Que en el fondo
habrían deseado alguien de más “categoría” para casar a su hijo, ¡quizás se
acordaban de alguna novia anterior¡ ¿Y del Hada Madrina? Que también se
invitaba en Navidad, y que a causa de la fama se había hecho un poco
insoportable, ¿Y que me dicen del príncipe? Ese calzonazos, que no ponía a
nadie en su sitio, dejando que humillaran a la pobre Cenicienta... todo esto
aderezado con los anuncios navideños del ¡Vuelve por Navidad!, ¡Las muñecas de
famosa que se dirigen al portal!,! el langostino pescanova...llevámeeeee a
casa!, Y la pobre Cenicienta con ganas de que el almendro, el langostino y las
muñecas se pierdan en otro portal. ¡Seguro que os suena!.